El orden y* el caos: estimula la imaginación y la creatividad.
El orden o** el caos: inhiben la imaginación y la creatividad, permitiendo a
algunos desarrollar un poder omnímodo para afectar las vidas de otros.
* y: el uno se fusiona con el otro.
** o: el uno excluye al otro.
Este Tractatus ofrece un nuevo, o desde hace mucho
olvidado, juego de lenguaje. Lo ofrece sin recurrir a definiciones o explicaciones,
sino más bien mostrando, como diciendo el nombre de las ideas
y apuntándolas
con el dedo. Invita a los observadores, principalmente con metáforas, a
explorar nuevas formas de ver (entender) sus ambientes, y nuevas formas de
expresar sus deseos e interacciones.
Nos parece fácil aceptar la descripción de todo fenómeno
mediante procesos o redes de procesos. (Considérese fenómenos
tales como el movimiento de una extremidad, la explosión de una estrella,
los “choques” de “partículas” subatómicas,
el “comienzo” del “universo” y sus subsiguientes transformaciones,
etc.)
No nos parece tan fácil, sin embargo, aceptar que una red de procesos
cerrada sobre sí misma pueda ella misma distinguirse, como observador,
de un ambiente hecho presente por esta misma distinción. Además,
considere: (1) que el ambiente distinguido contiene al observador (la red cerrada
de procesos) y (2) que desde la perspectiva de este observador, esta distinción
y las distinciones adicionales que resultan de la interacción entre
este observador y su ambiente aparecen paradojales y lógicas.
En otras palabras (paradójicamente), para el observador, todas las posibilidades
se fusionan entre sí (por ejemplo, existe y no existe,
dentro y fuera, rojo y azul y verde y … etc.) y (lógicamente),
para el observador, las posibilidades se distinguen unas de otras (existe o no
existe, dentro o fuera, rojo azul o verde o… etc.).
Los organismos vivos, con o sin un sistema nervioso, constituyen ejemplos de
estas redes cerradas de procesos. Un sistema nervioso, también una red
cerrada de procesos, interactúa con su medio ambiente a través
de redes cerradas de procesos que involucran sus superficies sensorias y efectoras.
Por lo tanto, el sistema nervioso interactúa con su medio ambiente (paradójicamente)
dentro y fuera de él mismo y (lógicamente) dentro o fuera
de él mismo.
Determinados en gran medida por su biología, uno o más observadores,
razonando lógicamente, distinguen un mundo “allá fuera” hecho
de objetos y sucesos, a los cuales les adjudican (mediante distinciones adicionales)
posibilidades específicas como resultado de características y
limitaciones perceptivas u otras, así como resultado de intentos de
sociabilizar. Sin embargo, estos intentos también entrañan un
avance hacia la trivialidad y un alejamiento del pensar y las paradojas. El
conocimiento social, “objetivo” o “subjetivo”, tal
como lo practican los lógicos, matemáticos, científicos,
tecnólogos y otros, no proporciona excepción alguna. Un observador
todavía puede acoger estos intentos, siempre que conduzcan a la conversación,
evitando así la trivialización (instrucción) de uno por
el otro y la de muchos por los pocos.
Dos o más observadores individuales no pueden distinguir un mundo común “allá fuera” a
menos que alguna evidencia pueda convencerlos. Desde esta evidencia, el razonamiento
lógico permite a los observadores humanos deducir inferencias sobre
el mundo “allá fuera” que no se sostendrán a menos
que alguna evidencia las apoye, reforzando así la distinción
original de un mundo “allá fuera”. Como una nueva evidencia
puede demostrar el error de evidencias previas, este proceso (evidencia, inferencias,
nueva evidencia, nuevas inferencias…) no tiene fin, y puede cuestionar
la distinción original de un mundo “allá fuera”,
lo cual puede cuestionar el razonamiento lógico mismo, y sugerir en
cambio un razonamiento paradójico.
Ningún observador “resuelve” o “explica” paradojas
sin incurrir en una pérdida. Este punto de vista, como lo muestra el
Tractatus, resulta esencial para aquellas sociedades que los humanos debieran
desarrollar mediante la educación y el arte y la filosofía.
El Tractatus no dice, ni enseña, ni explica qué educar; pero muestra la
educación como si la estuviera indicando. También busca el origen
de estas proposiciones irreverentes hasta la fuente misma de todas las proposiciones:
la esencia paradojal del observador.
Si los humanos no sucumben a las deficiencias que ellos mismos se infligen,
lo que sigue puede ayudarlos a verse (entenderse) y a ver (entender) las consecuencias
de sólo razonar lógicamente, tal como lo hacen los lógicos,
matemáticos, científicos, tecnólogos y otros; en busca
de una verdad como si buscaran a un dios, traducen todo a su propio lenguaje
y yerran miserablemente el blanco. Aquellos que practican estas disciplinas
pronto olvidan o combaten su origen paradójico mucho porque aquellos
humanos que se consideran “acomodados” y/o “contentos” y
aquéllos que esperan alcanzar ese estado, acogen, exigen y/o se adaptan
a un razonamiento lógico sin conflictos ni paradojas, forzando así un
status quo.
De las lógicas
a las paradojas
Consideremos una concatenación de palabras (una frase) y llamémosla
una proposición (una declaración) inventada por uno o más
observadores para aseverar o expresar algo dentro de un contexto dado.
Las proposiciones pueden tener distintos significados para diferentes grupos
de uno o más observadores.
Razonando paradójicamente, un grupo de observadores puede encontrar
significados comunes y tentativos para proposiciones a través de los
juegos de lenguaje que definen sus formas de vida.
Razonando lógicamente, un grupo de observadores puede encontrar que
algunas proposiciones no se refieren a sí mismas y que un observador
o un grupo de ellos debe asignar o determinar sus valores lógicos (e.g.,
en una lógica de dos valores: verdadero, falso). Otros observadores
pueden disentir y defender con argumentos, valores distintos.
Otras proposiciones se refieren a sí mismas (proposiciones auto-referentes)
y determinan su propio valor lógico, por ejemplo, L: “La
proposición L tiene aquí y ahora el valor verdadero”. Uno
o más observadores pueden asignar uno u otro valor lógico (verdadero,
falso) a L, y como L se refiere a sí misma no permite ningún
argumento que dispute o que defienda esta elección.
Algunas proposiciones auto-referentes determinan su propio “valor lógico” como “verdadero y falso” y
así impiden al observador la elección (distinción) entre “verdadero” o “falso”,
como sucede con la proposición: P: “La proposición
P tiene aquí y ahora el valor falso”.Si uno o más
observadores, adoptando un razonamiento lógico, suponen que esta proposición
tiene ahora el valor “verdadero”, pronto tendrán que aceptar,
bajo esa suposición, su valor como “falso”. Si suponen el
valor de la proposición como “falso”, pronto tendrán
que aceptarlo como “verdadero”, y así en adelante. Para
estos observadores los valores oscilan: verdadero, falso, verdadero, falso… cuando
tratan de determinar un valor. Llamemos paradoja a esta proposición.
Desgraciadamente muchos autores que escriben sobre paradojas olvidan la auto-referencia
y la fusión de diferentes posibilidades como aspectos esenciales de
las paradojas, con la lamentable consecuencia de que muchas adivinanzas, acertijos,
enigmas, etc., pasan por paradojas.
La paradoja no permite al observador asignar un valor “verdadero” o “falso” a
la proposición excepto como parte de una oscilación, invitando
así al observador a contemplar un razonamiento paradójico y fusionar
los dos valores (todas las posibilidades en este caso) en “verdadero y falso”.
Razonando lógicamente, el observador sólo puede considerar ambos
valores alternando en un tiempo y un espacio que resultan del observador contemplando
la paradoja desde una perspectiva lógica.
Razonando paradójicamente, el observador fusiona “verdadero” o “falso” en “verdadero y falso” y
por lo tanto, ni tiempo ni espacio ni oscilación resultan desde una
perspectiva paradójica.
Con el razonamiento paradójico, sin embargo, el observador fusiona,
sin conflicto, todas las posibilidades. Por lo tanto, con el razonamiento
paradójico el observador también fusiona el razonamiento paradójico o lógico
en razonamiento paradójico y lógico. En consecuencia,
razonando paradójicamente, el observador también puede hacer
distinciones tentativas en el tiempo y en el espacio.
En un bucle auto-referente de proposiciones, derivado de la proposición
L, tal como el que sigue, todas
las proposiciones tendrán
uno u otro de los valores verdadero (V) o falso (F) dependiendo de cual valor
elige el observador para una de las proposiciones, por ejemplo L1 (y no hay
oscilación):
t1 |
t2 ... |
|||
L1: “L2 tiene aquí y
ahora el valor V.” |
V(F) |
V(F)… |
||
L2: “L3 tiene aquí y
ahora el valor V.” |
V(F) |
V(F)… |
||
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
Ln: “L1 tiene aquí y
ahora el valor V.” |
V(F) |
V(F) |
Un bucle auto-referente de proposiciones, derivado de la proposición P, tal como el que sigue, no permitirá al observador asignar valores a ninguna de sus proposiciones ya que sus valores oscilarán lógicamente y se fusionarán paradójicamente para el observador como antes (Notemos que los valores ahora también varían a lo largo del bucle a medida que el observador, razonando lógicamente, determina los valores de cada proposición, haciendo la oscilación levemente más compleja que como se ve en la tabla que sigue):
t1 |
t2 |
t3 ... |
|||
P1: “P2 tiene aquí y
ahora el valor V.” |
V |
F |
V ... |
||
P2: “P3 tiene aquí y
ahora el valor V.” |
V |
F |
V ... |
||
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
Pn: “P1 tiene aquí y
ahora el valor F.” |
V |
F |
V ... |
Como la proposición P,
este bucle paradójico de proposiciones también sugiere el razonamiento
paradójico al observador.
Si un observador toma una cinta de papel y une sus extremos, el observador
forma un anillo con dos superficies (externa e interna) y dos bordes (derecho
e izquierdo o arriba y abajo, dependiendo de cómo el observador sostiene
el anillo). Asumiendo que cada superficie (o borde) del anillo corresponde
a un valor (V, F), el observador puede ver el anillo entero como una metáfora
del bucle de proposiciones derivado de L.
Si el observador gira 180 grados uno de los extremos antes de unirlo al otro,
el observador forma una cinta de Möbius con una superficie y un borde
(ver el anillo y la cinta de Möbius en la sección siguiente ).
Tal como el bucle paradójico de proposiciones derivado de P que, para
el observador que recorre el bucle de proposiciones, alterna lógicamente
dos valores (en un tiempo y un espacio) y fusiona paradójicamente
dos valores en uno (ni tiempo, ni espacio), para el observador que recorre
la banda a lo largo, esta banda alterna lógicamente dos superficies
(en un espacio y un tiempo) y fusiona paradójicamente dos superficies
en una (ni tiempo, ni espacio); y alterna lógicamente dos bordes (en
un espacio y un tiempo) y fusiona paradójicamente dos bordes
en uno (ni tiempo, ni espacio). Notemos que la proposición n corresponde
al giro y que cualquier número impar de giros mantiene la paradoja y
que cualquier número par de giros la destruye, introduciendo una distinción.
Toroides lógicos y paradójicos
Si en lugar de una cinta, el observador tiene un tubo de sección poligonal
que se cierra sobre sí mismo formando un toroide con 3, 4, 5, ... o
n caras y cada cara representa una posibilidad (por ejemplo, un valor lógico
en una lógica polivalente o una componente en una red cerrada de procesos
y componentes) el observador tiene un toroide lógico del cual el observador
puede formar un toroide paradójico (una cara y un borde) con el giro
apropiado (360/3 =120 grados para 3 caras, 360/4=90 grados para 4 caras, 360/n
para n caras (n posibilidades)).
Anillo y Cinta de Möbius: (2 caras <=> 1 cara; 2 bordes <=> 1 borde) |
![]() |
Toroides Lógicos y
Toroides Paradójicos: (3 caras <=> 1 cara; 3 bordes <=> 1 borde) |
![]() |
Toroides Lógicos y
Toroides Paradójicos: (4 caras <=> 1 cara; 4 bordes <=> 1 borde) |
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Para el observador que recorre a lo largo la cara resultante, el toroide paradójico
alterna lógicamente n caras en un espacio y un tiempo y fusiona
paradójicamente n caras en una eliminando tiempo y espacio. Razonando
lógicamente, cada vez que el observador retorna al punto de partida
después de cada vuelta alrededor del toroide paradójico el observador
se encontrará sobre una cara diferente (y, paradójicamente,
la misma cara). El toroide paradójico también sugiere un razonamiento
paradójico al observador.
Consideremos ahora que un toroide lógico, como una metáfora para
un conjunto de componentes (las caras del toroide) que no cambian (ni procesos,
ni actividad), puede representar la estabilidad estática de las cosas
no vivas.
Un toroide paradójico, sin embargo, como metáfora para un conjunto
de componentes que sí cambian (debido a procesos) de una en otra, puede
representar la estabilidad dinámica propia de todos los organismos vivos
y de la actividad de sus sistemas nerviosos.
Razonando lógicamente, las redes cerradas de componentes que cambian se ven así (para
2 y 3 componentes):
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Las flechas representan ahora componentes fusionándose,
la auto-referencia y el giro (mejor representados por los toroides paradójicos
correspondientes). Ni tiempo ni espacio resultan desde esta perspectiva.
De las paradojas a las lógicas
Hasta que sepamos más y mejor, podemos suponer que a medida
que los infantes humanos se unen al mundo y a una sociedad, sus sistemas
nerviosos, aún no avasallados por el entrenamiento y la instrucción,
pero llenos de curiosidad, observan (exploran) sus alrededores y a si mismos
contemplando todas las posibilidades, incluyendo las emociones y los sentimientos,
no constreñidos por las limitaciones de un entramado lógico.
Desde esta suposición, contemplemos el observar (percibir) como resultado
de la actividad de bucles cerrados de procesos que, cruzando las superficies
sensoriales y motoras, residen dentro y fuera del sistema nervioso.
Como esta actividad incluye todas las posibilidades, estos bucles deben parecerse
a los toroides paradójicos discutidos en las páginas anteriores
y juegan el papel de contextos paradójicos donde los observadores infantes,
sin inhibiciones y razonando paradójicamente (el razonamiento lógico
aún incipiente), hacen distinciones tentativas.
Una instrucción y un entrenamiento moderados pueden forzar a estos observadores
a considerar sólo parte de sus toroides paradójicos (una parte
que cada observador puede hacer coincidir con parte de los toroides de otros
observadores) de modo que sólo emerge el razonamiento lógico.
Por otro lado, una instrucción y un entrenamiento rigurosos y prolongados
pueden forzar a los observadores a enderezar sus toroides paradójicos
(para hacer un toroide lógico). Opuesto al primer caso que podría
resultar reversible y que lleva a un observador algo flexible, el segundo caso
podría resultar irreversible y llevar a un observador rígido
que sólo considera el razonamiento lógico.
La mayoría de los observadores sucumben a estos métodos de coerción
y abandonan la perspectiva paradójica (todo el toroide paradójico).
Esto revela la esencia y el origen de todo el razonamiento lógico: una
conveniencia social extraída de un contexto paradójico. La extracción,
sin embargo, reduce a priori las posibilidades (las alternativas disponibles)
para estos observadores.
Razonamiento lógico
Lógicos y matemáticos han esculpido y extraído
(laboriosamente, brillantemente) todo el edificio del razonamiento lógico
desde estos mismos bucles paradójicos, de modo que este edificio dé placer
al mayor número posible de lógicos y matemáticos. El
esculpir y extraer, como antes, reducen a priori las posibilidades (las alternativas
disponibles). Lo mismo vale para la ciencia y sus aplicaciones, y para cualquier
otra actividad en la cual los observadores intentan sólo el razonamiento
lógico.
El razonamiento lógico solo, y un lenguaje “lógico” derivado
de él, a pesar de todos los beneficios que ha otorgado a los humanos,
más que nada permitiéndoles construir y destruir cosas juntos,
los ha privado de sabiduría; y debido a que diferentes grupos de humanos
a menudo no comparten el mismo razonamiento lógico, también ha
estimulado su irracionalidad, exacerbada por diferencias excesivas e innecesarias
de riqueza y poder.
Los observadores que usan sólo el razonamiento lógico siempre
han tratado de alejarlo de su origen paradójico, como lo muestran las
historias de las lógicas y las matemáticas. Estas historias muestran
una abundancia de ramas que nacen de estas disciplinas y dedicadas, la mayoría
, si no todas, a erradicar o aislar las paradojas. Esto revela disciplinas
concentradas en ellas mismas dentro de sus propios lenguajes y su creciente
abstracción; desprovistas además de una visión filosófica,
las hace cada vez más inadecuadas para contribuir a una mejor sociedad
de humanos.
Un ejemplo
Muchos bucles paradójicos han inspirado aplicaciones útiles
o inútiles tales como el inversor lógico con realimentación
usado como un oscilador (e.g., en el corazón de las computadoras digitales),
o el oscilador electromagnético usado en los timbres eléctricos,
o la paradoja del mentiroso que inspiró y mortificó a muchos
lógicos y matemáticos. El ejemplo presentado más abajo
sugiere además la perspicacia que las paradojas pueden otorgar a las
lógicas, a las matemáticas y a las ciencias, siempre que se les
permita formar parte del razonamiento; como si los humanos prestaran oído
a los alborotadores en lugar de hacerlos callar.
Cuando un observador entra de noche a una pieza, el observador suele encender
una luz eléctrica usando un interruptor cerca de la puerta. El circuito
eléctrico correspondiente puede verse en la figura siguiente. V representa
una fuente de voltaje y L representa la luz. El interruptor INT permite el
flujo de corriente (luz encendida) cuando está cerrado y lo impide (luz
apagada) cuando está abierto.
Si la pieza tiene varias puertas, el observador
desearía tener un interruptor cerca de cada puerta, de modo que la misma
luz pueda encenderse y apagarse desde cada uno de los interruptores.
Un enfoque paradójico de este problema ofrece una solución interesante,
llena de posibilidades y significados. Modifique el circuito como sigue:
En lugar del interruptor el circuito tiene ahora dos anillos de alambre eléctrico. Imagine estos anillos como los dos bordes de la cinta de papel considerada más arriba. Si el observador logra girar esta cinta para formar una cinta de Möbius, los dos anillos formarán un alambre continuo que cerrará el circuito y encenderá la luz. El observador puede hacer esto con un interruptor Doble Polo Doble Tiro (DPDT) como sigue:
Con el interruptor en la posición A (A
cerrado, B abierto), los dos anillos de alambre permanecen aislados uno del
otro (luz apagada). Con el interruptor en la posición B (A abierto,
B cerrado), los dos alambres se cruzan (giran) cada uno hacia el otro formando
un alambre continuo y encendiendo la luz. El observador puede conectar tantos
de estos interruptores como desee alrededor de los anillos. Tal como en el
bucle paradójico
de proposiciones, sólo
un número impar de interruptores en la posición B (giro) encenderá la
luz. Nótese que la operación (utilidad) del circuito contempla
lógica y paradoja, distinción y no distinción.
Si el observador coloca un interruptor cerca de cada puerta y los conecta de
esta manera, el observador podrá encender y apagar la luz desde cada
una de esas puertas.
Además, dependiendo de dónde, entre los interruptores, el observador
conecta la fuente de voltaje y la luz a los anillos de alambre, resultan distintas
operaciones de los interruptores.
(Construí este circuito con cinco DPDT interruptores y opera tal como
lo he descrito).
Una metáfora
Imagine una red, por ejemplo, de cien nodos dispuestos en una matriz
2-D (bidimensional) de 10x10 elementos interconectados horizontal y verticalmente
(una interconexión 2-D de nodos). Haga de cada nodo un oscilador y
su oscilación observable como una luz que el nodo enciende (roja)
y apaga (blanca) con una cierta frecuencia. (Vea la primera mitad de la figura
siguiente). Un oscilador básico consiste de un inversor lógico
dentro de un bucle paradójico (un bucle con un giro como
una cinta de Möbius). Tal como una paradoja la oscilación sucede
en un tiempo y un espacio que resulta del observador contemplando el oscilador
desde una perspectiva lógica. (Muchas configuraciones de elementos
en un bucle recurrente pueden hacer osciladores de distintos tipos tal como
eléctricos, mecánicos, ópticos, biológicos, etc.).
En la red, todos los osciladores oscilan aproximadamente a la misma frecuencia.
Cuando un nodo apaga su luz, envía una señal excitadora a sus
cuatro vecinos (arriba, abajo, derecha e izquierda, incluyendo un retorno
a través de los bordes de la matriz) los cuales encienden sus luces.
Esta actividad proveniente de los nodos sincroniza la red entera de modo
que ella oscila encendiendo y apagando luces alternadamente (vertical y horizontalmente)
en los instantes (t1, t2, t3, t4, t5, t6…) y además provee
innumerables bucles paradojales. El retorno a través de los bordes,
estructural o no, opera desde una fila (columna) par a una impar o desde
una impar a una par. (Construí esta red y opera tal como la describe
el texto).
La estabilidad dinámica de la actividad en la red, claramente más compleja que aquélla en cada uno de sus nodos, ofrece muchos contextos paradójicos (todas las posibilidades) donde el observador puede elegir (distinguir) entre alternativas concurrentes:
(Si el número de luces elegidas para cada grupo crece, el número de figuras posibles formadas a medida que el observador elige las luces vecinas aumenta aún más. Esto sucede aún para una red de modesto tamaño como la considerada aquí. Nótese que el observador no puede seguir todas las figuras posibles, de modo que pierde inevitablemente aquellas que no sigue, tal como cualquier observador sólo puede manejar hasta cierto punto su ambiente, perdiendo el resto).
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Las elecciones del observador no afectan la oscilación
de la red pero sin la actividad de la red el observador no puede elegir. Por
otro lado, sin un observador la actividad de la red no tiene sentido.
Agregando sensores de luz a la red, una luz externa (a la red) puede afectar
la estabilidad dinámica de la actividad en la red y algunas luces vecinas
no se encenderán como previsto o viceversa, variando el número
de elecciones posibles para el observador. Esto sugiere que la red puede tener
cualquier forma: regular, como hemos visto, o irregular.
Como la red genera luz algunas luces pueden actuar como efectores y la red
puede interactuar con otra red o con ella misma (e.g., usando un espejo).
Para un observador, algunas luces pueden representar superficies efectoras
y algunos sensores de luz pueden representar superficies sensorias de la red.
En una red como ésta, cualquier actividad en alguna parte de la red
conduce a actividad en alguna otra parte de la red, incluyendo el “ambiente
exterior” a la red.
Inhibiendo la actividad de algunas luces, un estímulo externo (e.g.,
luz) puede conducir al aislamiento parcial o total de otras luces. Estas continuarán
oscilando por sí mismas, pero la actividad de la red se desintegrará y
dejará de oscilar como una entidad.
Observemos ahora a la red de luces oscilantes como una sociedad
de organismos individuales (las luces o grupos de ellas) que interactúan
con sus vecinos inmediatos. Bajo ciertas circunstancias estas interacciones
pueden corresponder a aquéllas de una sociedad viable, por ejemplo,
un hormiguero, una colmena, un grupo humano. Notemos que para un observador
no afectado por el funcionamiento de estas “sociedades”, éstas
no hacen sentido excepto como redes oscilantes que sólo oscilan (no
importa cuán compleja la oscilación) como la matriz de luces
ya descrita.
Imaginemos a un visitante en una tierra extranjera donde los habitantes hablan
una lengua que el visitante no entiende, y donde los habitantes no entienden
el lenguaje del visitante. Durante un tiempo el visitante no interactúa
con los habitantes y por lo tanto el visitante actúa sólo como
un observador de ellos y viceversa mientras ninguno de los dos perciba al otro
como un peligro o un estorbo. Las sociedades o grupos que el visitante encuentre
aparecerán sólo como redes que sólo oscilan hasta que
el visitante aprenda el lenguaje y participe en la oscilación (la danza).
La actividad de estas redes oscilantes puede resistir algún daño
local (algunos nodos dejan de oscilar, algunas señales excitadoras o
inhibidoras bloqueadas, etc.) pero la red como un todo continúa su danza,
fusionando estabilidad e inestabilidad dinámicas y enriqueciendo
así la vida del grupo o sociedad y la de sus miembros. Con un daño
mayor la actividad de la red puede extinguirse.
Notemos que la actividad (oscilación) en la red como un todo se mantiene
a sí misma debido a que cualquier actividad en algún lugar de
la red conduce a nueva actividad (integrada, sincronizada) en otro lugar, actividad
que retorna a través de muchos bucles paradójicos posibles a
la actividad del primer lugar. (Un círculo, una esfera, con su centro
en todas partes y con su circunferencia, superficie, en ninguna parte).
Debería fluir de lo ya dicho que la interconexión 2-D de nodos
puede extenderse a una interconexión multidimensional de nodos y que
la actividad de los nodos puede hacerse mucho más compleja que la de
encender o apagar una luz y que las señales entre los nodos también
pueden crecer en complejidad. Los organismos vivos, por ejemplo, interactúan
usando una variedad de portadores de señales simples y complejas: electro-químicos,
químicos, luz, sonido, danza, etc., y, por supuesto, el lenguaje humano.
La figura que sigue representa los instantes
(t1, t2, t3, t4, t5, t6 …) de un nodo (al centro), sus vecinos
y los vecinos de sus vecinos en una interconexión multidimensional
de nodos. Como antes, cuando un nodo apaga su luz (blanca)
todos sus vecinos encienden sus luces (rojas). Con n = 4 la figura representa
una interconexión 4-D (D1, D2, D3, Dn) de nodos con 8 posibilidades
claramente dibujadas en cada nodo. (Si Dn representa el tiempo la figura puede
representar un espacio-tiempo de 4-D). (Construí esta red y opera tal
como la describe el texto).
(Una interconexión 1-D (unidimensional)
de nodos ofrece al observador un contexto paradójico con 2 posibilidades
en cada nodo (2 vecinos); una interconexión 2-D de nodos, como la que
hemos considerado antes, ofrece en cada nodo 4 posibilidades (4 vecinos); una
3-D ofrece 6; una 4-D ofrece 8; y una n-D ofrece 2n posibilidades. (Una 0-D
no ofrece ninguna).)
Para contemplar más de cuatro dimensiones el lector debe imaginar o
dibujar los nodos adicionales y sus interconexiones al nodo central, entre
D3 y Dn, y entre –D3 y –Dn, como lo sugiere la figura.
A pesar de este aumento en complejidad, una red no impedida de elementos individuales
todavía oscila sin importar cuán complejos los nodos, sus señales,
o su comportamiento observado, y sin importar cuantas dimensiones involucren
sus interacciones.
Las propiedades esenciales de la red 2-D no han cambiado: puede tomar cualquier
forma, su actividad no tiene bordes, cualquier actividad conduce a más
actividad integrada, resiste daño local y temporal, puede interactuar
con otras redes similares, y un daño mayor o permanente puede desintegrar
la actividad de la red como una entidad oscilante.
Si las hormigas pierden su “lenguaje” (señales entre nodos)
la actividad del hormiguero se desintegra como una entidad. Lo mismo les acontece
a las abejas y a su colmena. Y así le acontecerá a todos los
organismos sociales (incluidos los humanos) y sus sociedades, si pierden su “lenguaje”.
Nótese, sin embargo, que para un conjunto de nodos complejos tal como
los humanos en sociedad, un “lenguaje” preciso y/o limitado como
el de las hormigas o abejas, ya significa una pérdida. Un individuo
complejo, ya una entidad en sí mismo y no totalmente sometido a una
sociedad (tal como una hormiga en un hormiguero, una abeja en una colmena,
etc.), requiere una comunidad de individuos complejos que interactúen
con la riqueza y flexibilidad necesarias para lograr y preservar las mejores
condiciones de vida para cada individuo en la comunidad.
Desgraciadamente la mayoría de las sociedades humanas se organizan como
jerarquías rígidas que requieren miembros predecibles (triviales),
los cuales perderán rápidamente la riqueza y flexibilidad de
sus interacciones reduciéndolas a un parloteo trivial, no diferente
del “lenguaje” de las hormigas o abejas. Puede desarrollarse una
sociedad, pero no de humanos.
Las jerarquías reemplazan el pensar y la conversación con rituales,
seculares o religiosos, los cuales no llevan al pensar ni a la conversación.
Esto revela sociedades intranquilas respecto al presente, melancólicas
respecto a un pasado primitivo y con presentimientos de un futuro sin humanos.
Relajando las distinciones arbitrarias necesarias para establecer y mantener
sociedades jerárquicas, hasta el punto de eliminar las jerarquías,
permitirá consecuentemente recobrar la riqueza y flexibilidad de las
interacciones y que el pensar y la conversación florezcan otra vez.
Consideremos la red de osciladores como una comunidad de observadores dotada
de una actividad no jerárquica. Consideremos las perturbaciones que
afectan a esta actividad sin desintegrarla, pero que pueden constituir estímulos
para conflictos imprevisibles. La flexibilidad de la actividad no jerárquica
le permite incorporar conflictos permanentes en una nueva danza (oscilación)
o resistir conflictos pasajeros y recuperar su oscilación original.
Además, una comunidad con actividad no jerárquica no requiere
distinciones rígidas y, por lo tanto, puede superar conflictos que no
tienen solución dentro de las jerarquías.
Razonamiento paradójico
Un observador que razona lógicamente no recibe bien las paradojas. Este
observador, que rechaza a priori el máximo de posibilidades, considera
las paradojas como razonamientos erróneos. Por lo tanto, un observador
razonando lógicamente considera “razonamiento lógico” o “razonamiento
paradójico”.
Para un observador que razona paradójicamente todas las posibilidades
cuentan, fusionándose entre ellas. En consecuencia, para un observador
que razona paradójicamente, razonar “lógicamente” o “paradójicamente” se
fusionan en razonar “lógica y paradójicamente”.
Un organismo vivo se produce y se mantiene a sí mismo como una red cerrada
y paradójica de procesos y componentes que se distingue como un observador
de un ambiente que resulta de la misma distinción.
Un organismo vivo, tal como una célula o un organismo multicelular,
necesita un ambiente favorable para sobrevivir. También puede jugar
el papel de un procesador que, interactuando con otros organismos vivos similares,
puede formar parte de una cadena cerrada de procesadores, los cuales, dado
o haciendo un ambiente favorable, puede conducir a un nuevo organismo vivo
hecho de organismos vivos. Para sobrevivir, este nuevo organismo debe proveer
un ambiente favorable para la supervivencia de los organismos constituyentes
y para su reemplazo a través de la reproducción o de otra forma.
Este nuevo estado de cosas requiere que los organismos constituyentes abandonen
su forma imprevisible (su razonamiento paradójico) a favor de una forma
previsible (un razonamiento lógico) exigido por el nuevo organismo.
Esto le sucede, por ejemplo, a las hormigas y a las abejas al someterse al
hormiguero y a la colmena, respectivamente, el nuevo organismo vivo.
Retornando brevemente a la red de osciladores como una metáfora, cada
nodo aislado oscila libremente, impulsado por su bucle paradójico interno.
Como parte de la red, sin embargo, debido a las señales de otros nodos,
debe mantener su oscilación sincronizada, tal como lo exige la lógica
de la red.
La actividad de un sistema nervioso, así como la de otras redes, requiere
la presencia de osciladores interconectados (una o más neuronas dentro
de uno o más bucles paradójicos) que generan y mantienen esta
actividad. Así, las neuronas forman una red de osciladores llamada el
sistema nervioso. De otra manera, la actividad del sistema nervioso desaparecería
y junto con ella las muchas posibilidades que ofrece a los organismos vivos.
La estructura tridimensional del sistema nervioso contiene innumerables neuronas
con innumerables interconexiones. Como cada neurona conecta con muchas otras
neuronas, el sistema nervioso, a pesar de su estructura tridimensional, funciona
en forma multidimensional independiente de la posición de las neuronas
y de las restricciones del espacio 3-D. Esto le otorga el enorme potencial
para activar gran cantidad de canales, incluyendo aquellos que involucran el
medio ambiente a través de efectores y sensores, esencialmente todas
las posibilidades, como en un contexto paradójico, donde un observador
hace las distinciones tentativas necesarias para interactuar consigo mismo
y con su medio ambiente. Los sensores y efectores proveen la primera distinción
tentativa: el observador distinguido de su medio ambiente, habitado por el
mismo y por otros observadores.
Un observador, con un sistema nervioso potencialmente tan complejo como el
de un infante humano, emerge a un mundo ya poblado y formado por otros observadores
humanos.
Los sistemas nerviosos de los niños se desarrollan a través de
interacciones con sus alrededores y con ellos mismos considerando todas las
posibilidades, incluyendo las emociones, los sentimientos y a otros observadores,
haciendo uso exhaustivo de sus efectores y sensores.
La actividad del sistema nervioso de los niños ofrece un contexto paradójico
(todas las posibilidades) dentro del cual se desarrolla su razonamiento paradójico y lógico.
Otros observadores, algunos indiferentes, algunos bien intencionados, guiarán
a los niños en su exploración del mundo; algunos estimularán
su razonamiento lógico con una visión restringida; otros estimularán
su razonamiento paradójico con todas sus posibilidades; muchos intentarán instruirlos en
cómo ellos ven el mundo. Todos influirán en los niños,
en mayor o menor grado.
Un niño afortunado mantendrá vivo su razonamiento paradójico
y así contemplará todas las posibilidades en un contexto paradójico
dentro del cual, mediante un pensamiento independiente, hará las distinciones
tentativas que necesite. Esto llevará a un sistema nervioso que mantendrá su
curiosidad original, ánimo de conocer y la habilidad de ejercer un pensamiento
independiente durante toda la vida de este observador humano. Este observador
no dará por sentada la sociedad humana y contribuirá sabiamente
a mejorarla sin ideas preconcebidas, prejuicios o dogmas que solamente pueden
provenir de sólo razonar lógicamente.
Un niño menos afortunado inhibirá su razonamiento paradójico
a favor de un razonamiento lógico, desarrollando así un sistema
nervioso que perderá su curiosidad original, su ánimo de conocer
y su pensamiento independiente. En el mejor de los casos este niño crecerá como
un miembro indiferente de la sociedad humana, alguien que preferirá instruir
que educar a los jóvenes. Una sociedad desafortunada con la mayoría
de sus miembros inmersos en un razonamiento lógico sucumbirá a
la recurrencia ya mencionada en el prefacio.
Poco después de su temprana infancia los humanos también desarrollan
la capacidad de reflexionar sobre sus acciones y pensamientos. Una sociedad
desafortunada inhibe este desarrollo a través de jerarquías arbitrarias
que limitan las posibilidades del sistema nervioso y pronto la mayoría
de sus miembros pierden esta capacidad y viven totalmente ignorantes de este
vacío dentro de otros y dentro de ellos mismos.
En lugar de confiar en el razonamiento lógico y en la búsqueda
de una “verdad”, el Tractatus propone confiar en el razonamiento
paradójico y en explorar todas las posibilidades; el razonamiento lógico
aparece así bajo una nueva luz.
Así como con las paradojas, ningún observador puede “explicar” el
Tractatus o ninguna de sus proposiciones sin trivialización y pérdida.
Las proposiciones del Tractatus no dicen, no enseñan ni explican; muestran.
Ellas invitan al observador a eludir las comodidades del trivializar, a explorar
y a aumentar, a través de la educación, las alternativas, a fusionar
paradojas y lógicas, y a evitar las distinciones instruidas.
Aceptar esta invitación requiere coraje porque el Tractatus destruye
muchas nociones y hábitos enraizados, alejándose de la “civilización” ,
de las formas de vida y del lenguaje contemporáneos.